Basado en una idea de Jesús Cienfuegos
Siempre nos sonó aterradora la idea de que pronto vendrían de lejanas galaxias a tratar de conquistarnos. El cine y la televisión se han encargado de alimentarnos ese miedo, derivado, por cierto, de nuestras mismas culpas o de las de quién sabe quién; porque quien empezó todo fue Herbert Wells, quien había escrito a finales del siglo XIX una obra que trataba de unos marcianos atacando la Tierra; se llamó La guerra de los mundos , y era más que nada una feroz crítica al colonialismo que encabezaba su propio país. Luego, tratando contextos diferentes, vienen otros tipos de aliens, como E.T., ondeando la bandera de la amistad; o los octópodos de la genial Arrival, que se centra en la importancia de la comunicación. De ninguna manera, estos últimos ejemplos detuvieron la paranoia, muy difundida por aquel uniceja que decía “un mundo nos vigila”.
La verdad es que, si revisamos la Historia, junto con eventos ocurridos recientemente, podemos percibir al ser humano como el verdadero constructor de los males sobre la Tierra. Culpar a los reptilianos (quienes, se supone, son una raza alienígena disfrazada) es evadir la responsabilidad de nuestros actos como humanidad. Todos los ciclos naturales sobre el planeta han sido alterados, en nuestro aparente beneficio, por nosotros mismos. Ante la poca capacidad de nuestros cuerpos para adaptarse al ambiente nos hemos ideado maneras de sortear las vicisitudes para quitarnos el calor o el frío; o para alimentarnos, o para ser más eficaces en cualquier asunto de nuestra cotidianeidad. Puede ser esta la mayor de nuestras virtudes, aunque también el mayor de los problemas. Quien entienda la verdadera naturaleza, que me explique por qué la inteligencia con la que fuimos bendecidos es la misma que nos maldice. Para arreglar un problema, a la larga ocasionamos otros que debemos arreglar con lo que generamos otros, como una hidra interminable. Al siguiente día de notar los errores ocasionados, miramos a todos lados buscando culpables. Cuando la religión era la única explicación, estaba Dios para ser el receptáculo de esos reproches; luego, con el avance de la ciencia y sus métodos, las creencias religiosas también se pusieron en duda y rápido tuvimos que inventarnos algo para acallar nuestras conciencias: los extraterrestres vinieron a apoderarse de la Tierra; ellos son los que siembran las calamidades; ellos provocan las guerras entre nosotros y también envenenan nuestras aguas; cuando llegue el tiempo, y se extingan todas las criaturas humanas, nosotros haremos colonia en ese hermoso lugar. Romántica idea para no aceptar que los inadaptados somos nosotros. Somos los que alteramos el orden. ¡Nosotros somos los extraterrestres!