top of page

Jaulas

  • Foto del escritor: Rodrigo Pérez Rembao
    Rodrigo Pérez Rembao
  • hace 3 días
  • 2 Min. de lectura





El cuento empieza aquí, mientras un tipo corre a toda velocidad. No existe información precedente. No hay manera de saber por qué, desde cuándo, hasta dónde correrá. Eso sí: va frenético. Carece, al igual que el lector, de datos que expliquen su situación. Simplemente corre y de ello sólo puede deducir que se encuentra en aprietos. No para. Tampoco puede acelerar, va al máximo. Tal vez alguien lo esté persiguiendo. Está por mirar a sus espaldas cuando duda. Eso le restaría velocidad. Si su perseguidor se encuentra cerca podría capturarlo. Prefiere seguir mirando hacia el frente y no dar facilidades a su enemigo. Recuerda entonces aquella pesadilla en donde pasaba por una situación exactamente igual a ésta. Se concentra al máximo, intentando interrumpir su sueño, pero no gana nada. No es un sueño por lo que el tipo atraviesa. Tiene que asumir que la persecución es real, aunque no logra resignarse. Lo aborda una angustia terrible que transmite al lector, quien intenta abandonar este absurdo relato. Pero su concentración no le sirve de nada. Se descubre atrapado en una historia sin forma. No puede más que seguir leyendo a ritmo matacaballos lo que le sucede a un tipo que corre. Y que sabe que debe seguir corriendo para salvar el pellejo. Así que ahora se concentra en la firmeza de sus pasos, en la potencia de sus músculos, en el control de su respiración... está en ésas cuando advierte cierta familiaridad en el trayecto. Reconoce elementos que supone haber dejado atrás hace apenas unos instantes. Llega a su mente una imagen de sí mismo con cara de rata haciendo girar una ruleta en el afán de escapar. El lector no soporta más; se lleva manos desesperadas a los cabellos. Se los jala y los revuelve. Se apachurra la cara y encuentra unos bigotes demasiado largos para ser los suyos. El colmo. ¿Quién ha sido capaz de una broma así? Recuerda entonces aquella pesadilla en donde pasaba por una situación exactamente igual a ésta. Va a hacer un esfuerzo por abandonar el sueño, cuando da con la certeza de que no tendría sentido siquiera intentarlo: no está soñando. Tiene que asumir que los bigotes son auténticos, aunque no logra resignarse. Sabe por experiencia que no existe más alternativa que seguir leyendo la absurda historia de un tipo que corre hacia ninguna parte. Tal vez al terminar reciba un trozo de queso como recompensa, tal vez no, pero él tiene que seguir leyendo.

コメント


SUSCRÍBETE A NUESTRO BLOG

¡Gracias por tu mensaje!

© 2023 por Reflexiones sin Remedio II. Creado con Wix.com

bottom of page