Él: Disculpe, ¿puedo sentarme?
Ella: Sí, por supuesto. Pero le recomiendo que no sea en esa silla, sino en esta otra… no parece, pero le aseguro que es más cómoda.
Él: ¡Vaya!, parece que me he encontrado con alguien realmente amable.
Ella: ¿En verdad piensa eso de mí?
Él: Bueno… es solo una primera impresión, pero sí, eso creo: que es usted una persona de verdad amable.
Ella: Me halaga que me lo diga. Aunque no lo crea, siempre me he esforzado en desarrollar esa cualidad.
Él: ¿Y por qué no iba a creerlo? Siempre he pensado que los seres humanos somos muy extraños.
Ella: En eso estamos de acuerdo.
Él: Pero, volviendo al tema…
Ella: Perdón… ¿cuál tema?
Él: Lo que me decía hace apenas un momento sobre su afán por ser amable.
Ella: ¡Ah, claro! Me interesa mucho su opinión, así que hable, por favor. Lo escucho.
Él: Solo quería decirle que va por buen camino.
Ella: ¿De veras lo cree?
Él: Definitivamente.
Ella: Gracias.
Él solo sonríe. Sin galantería ni nada parecido; lo hace de manera cordial.
Ella asume, con ello, que él está dando por terminada la conversación, así que no dice más y lleva la mirada al vacío.
Él (después de un rato): ¿Qué piensa?
Ella (se sonroja): Bueno, yo…
Él: Me refiero al hecho de que me haya sentado aquí. ¿Qué opina sobre eso?
Ella: Ah, claro…sobre el hecho de que usted se haya sentado aquí.
Él: Aquí.
Ella: Eso dije.
Él: La escuché, y por eso hago la corrección, porque no es aquí, sino aquí.
Ella (midiéndolo): ¿Está usted poniendo a prueba mi amabilidad?
Él: Me gustaría decirle que sí, pero esa no es realmente mi intención.
Ella: ¿Seguro?
Él: ¿Está usted poniendo a prueba mi paciencia?
Ella: ¡Por supuesto que no! ¿Me cree capaz de hacer algo semejante?
Él: Sí
Ella: ¿Con base en qué?
Él: Ya se lo dije: hay seres humanos muy extraños, estoy convencido de ello. ¿Sabe lo que eso significa?
Ella: Se me ocurren varias cosas, pero solo Dios sabe qué significado le esté dando usted.
Él: No se complique tanto, ni meta a Dios en esto… significa, simplemente, que yo de una persona puedo esperar cualquier cosa. Nada me sorprende.
Ella: En eso estamos de acuerdo.
Él: ¿En qué parte?
Ella: En lo que dice sobre esperar cualquier cosa de alguien.
Él: Entiendo.
Ella:…
Él:...
Ella (minutos después): ¿Sigue pensando que soy amable?
Él: Sí.
Ella: ¿Solo porque le sugerí sentarse en esa silla?
Él: Mmm… no estoy tan seguro de ello. Es probable que haya habido otros factores que influyeron en mi apreciación.
Ella: Ojalá algún día haya oportunidad de tener una larga conversación sobre eso.
Él (poniéndose de pie): Confío en que así será. Con permiso.
Ella: Que le vaya muy bien… ¡Ah!, tenga cuidado con el perro.
Él: Gracias, pero no será necesario: el perro soy yo.